domingo, 15 de enero de 2012

Bela, en Cazadoras de Quimeras



Mi opinión
Caminaba por una libreria buscando una novela que no era esta. Y la vi. Creo que Mikel me llamó y me tentó desde sus páginas. La cogí en mis manos y sentí que tenía que leerla.
En cuanto llegué a casa me puse con ella, me atrapó inmediatamente.
Aún ardían las sábanas de su cama cuando nos despedimos, y no me había parecido suficiente.(...)
Nada podía hacerme imaginar que ya me había vendido.(...) Ahora vivo en un cuerpo sin alma.
Decir que es intensa es quedarme corta. Inmediatamente te metes en la piel de Mikel, te identificas con él y lo amas, sientes la necesidad de consolarlo y protegerlo. Es tal la intensidad de los sentimiento del personaje masculino que protagoniza esta historia, que hace que se te encoja el pecho, que te salten las lágrimas, que suspires de amor y de odio con él. 
La relación entre los protagonistas es difícil porque las circunstancias lo requieren así. No de una manera impostada o artificiosa.
La narrativa es fluída y natural, caminas por los sentimientos de los personajes a la vez que por las calles de  de Bilbao y en ambos casos, Ángeles consigue que te integres y avances con ellos. Descubrí rincones en esa maravillosa ciudad, y en la intrincadas calles del alma de Mikel y Ane. Si alguna vez voy por allí, estoy segura de que no podré evitar pasar el sábado por su cafetería y mirar a su mesa buscándolos. Así de cercanos y reales los sentí durante el trayecto que dura esta penetrante historia.
No os he hablado de los personajes secundarios, que aunque bien construidos no hacen más que acompañar a los protagonistas, esta no es una novela coral. Casi todo el peso recae en Ane y sobre todo en Mikel, que será para siempre uno de mis personajes masculinos favoritos.
Soy yo: tu eje, tu principio y tu fin, tu amor, tu vida.
Y en realidad no he contado nada de la novela, pensaréis. No, no lo he hecho. Ni lo voy a hacer. Leedla, es una imperiosa necesidad.
Gracias por tu tiempo y sobre todo por esta historia, Ángeles Ibirika.